Qué es la autoestima (AE)?
La autoestima (AE) es la conciencia de la propia valía, la asunción de lo que somos, con determinados aspectos buenos y otros mejorables, y la sensación gratificante de querernos y aceptarnos.
Hay múltiples definiciones de autoestima:
Cómo las personas se ven a sí mismas y su habilidad para desarrollar diversas tareas.
La diferencia entre el ser “ideal” y el “real”.
La suma de juicios que una persona tiene de sí misma, a partir de datos objetivos, datos subjetivos, experiencias vitales y expectativas.
En todo caso, la AE sería un juicio de valor acompañado de un sentimiento que se compondría de: “Conocerse (autoimagen) => Aceptarse o rechazarse (autoaceptación) => Quererse o no (autovaloración) + evaluación de los otros”.
Pero estas definiciones no incluyen el respeto y cariño hacia si mismo y hacia los demás, algo que es inherente a personas con buena AE. Entonces una definición más completa podría ser: “La conciencia de la propia valía y asunción de la propia responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia nuestras relaciones”.
¿Por qué es importante?
Porque una buena AE puede considerarse la clave para la formación personal, el aprendizaje, las relaciones satisfactorias, la autorrealización (desarrollo del propio potencial) y la felicidad de los individuos. Cuando un niño tiene una buena AE, se sabe valioso y competente. Entiende que aprender es importante, con lo cual no se siente disminuido cuando necesita ayuda. Es responsable, se comunica bien y es capaz de relacionarse adecuadamente con otros. Un niño con baja AE no confía en sí mismo y por lo tanto tampoco en los demás. Suele ser tímido, hipercrítico, poco creativo y en ocasiones puede desarrollar conductas agresivas, de riesgo y desafiantes. Esto provoca rechazo en los demás, lo que a su vez repercute en su autovaloración.
Componentes de la autoestima.La autoestima (AE) es la conciencia de la propia valía, la asunción de lo que somos, con determinados aspectos buenos y otros mejorables, y la sensación gratificante de querernos y aceptarnos.
Hay múltiples definiciones de autoestima:
Cómo las personas se ven a sí mismas y su habilidad para desarrollar diversas tareas.
La diferencia entre el ser “ideal” y el “real”.
La suma de juicios que una persona tiene de sí misma, a partir de datos objetivos, datos subjetivos, experiencias vitales y expectativas.
En todo caso, la AE sería un juicio de valor acompañado de un sentimiento que se compondría de: “Conocerse (autoimagen) => Aceptarse o rechazarse (autoaceptación) => Quererse o no (autovaloración) + evaluación de los otros”.
Pero estas definiciones no incluyen el respeto y cariño hacia si mismo y hacia los demás, algo que es inherente a personas con buena AE. Entonces una definición más completa podría ser: “La conciencia de la propia valía y asunción de la propia responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia nuestras relaciones”.
¿Por qué es importante?
Porque una buena AE puede considerarse la clave para la formación personal, el aprendizaje, las relaciones satisfactorias, la autorrealización (desarrollo del propio potencial) y la felicidad de los individuos. Cuando un niño tiene una buena AE, se sabe valioso y competente. Entiende que aprender es importante, con lo cual no se siente disminuido cuando necesita ayuda. Es responsable, se comunica bien y es capaz de relacionarse adecuadamente con otros. Un niño con baja AE no confía en sí mismo y por lo tanto tampoco en los demás. Suele ser tímido, hipercrítico, poco creativo y en ocasiones puede desarrollar conductas agresivas, de riesgo y desafiantes. Esto provoca rechazo en los demás, lo que a su vez repercute en su autovaloración.
Para tener una buena AE se deberán dar estas cuatro condiciones:
Seguridad y singularidad.
Un niño que se siente seguro puede actuar con libertad en la forma que le parezca más oportuna y efectiva. Y un niño se siente seguro si a su vez se considera “especial” en el sentido positivo del término o único. Para ello necesita ser aceptado, valorado y querido por ser como es. Esto no se da en ambientes donde el niño percibe que le está juzgando continuamente y donde se siente amenazado por experiencias de fracaso, rechazo o indiferencia.
Sentido de competencia.
El niño debería sentirse capacitado para hacer frente a las distintas situaciones que ocurren durante su desarrollo. Debería sentirse con “poder” para ejercer alguna influencia sobre lo que le sucede en la vida. Para ello debe de dársele la oportunidad de elegir, de acertar y sobre todo de equivocarse (de los errores se aprende mucho). Además debe proporcionársele el estímulo necesario para aceptar responsabilidades y asumir consecuencias.
Sentido de pertenencia.
Es la sensación de sentirse aceptado por parte de su grupo (raza, religión, cultura, barrio, clase, familia, etc). El niño se reconoce vinculado y formando parte “de” y “con” otros.
Sentido de motivación y finalidad.
La motivación es el impulso a actuar de forma lógica y razonable para alcanzar objetivos específicos. El adulto puede dirigir la motivación del niño hacia actividades que favorezcan su desarrollo personal, de acuerdo con sus capacidades. Es importante que estos objetivos sean atractivos y al mismo tiempo realistas, para que con frecuencia se logren y en caso de fracaso puedan ser vividos más como un desafío personal que como barreras insuperables. A este respecto, es interesante la explicación que los propios niños dan de sus resultados, dependiendo de su nivel de AE: los niños con alta AE perciben sus éxitos/fracasos en gran parte determinados por su propio esfuerzo y habilidad. En cambio aquellos con peor autoconcepto tienden a creer más en la suerte o el destino y tienen mucha menos confianza en su capacidad de éxito en el futuro
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